Naces en un pueblecito como Consell, en una isla como Mallorca y en una época en la que tienes dos opciones: o te haces maestro o serás camarero. Pero te aprietas lo que te tienes que apretar (después de estudiar Magisterio, eso sí) y te vas a Madrid con una ficha de teléfono en el bolsillo a probar fortuna como periodista deportivo. Has pasado tu adolescencia cuidando de una piara de cerdos y ahora te alimentas de bellotas en la Casa de Campo. Desde que José María García te dio 500 pesetas para poder ducharte y comer caliente has hecho más de una carrera. Has recorrido el mundo, has hecho historia y has cambiado el periodismo para siempre.
Miquel Vidal Perelló acaba de presentar ‘Una vida de entrevistas’ (van 16 libros) de la mano de Alfredo Relaño, director del Diario As, Andreu Isern, alcalde de Consell (“menos mal que es presidente de la Tercera Edad y no se dedica a la política o yo estaría en la oposición”, dice el primer edil), el editor del libro y en presencia del director general de deportes del Govern, Javier Morente.
Asistieron, entre más de 200 amigos, periodistas, deportistas, músicos y familiares (bien dice Miquel que el colmo de un periodista deportivo es tener un hijo campeón del mundo, y él lo tiene)… Miguel Ángel Nadal, exfutbolista del Barça y del Mallorca, Miguel Soler, Toni Obrador, Tolo Güell, Miquel Bestard –presidente de la FBF-, Martín Mora, Serafí Nebot, Simón Andreu…
A Miquel lo han tildado de muchas cosas, incluso de Llanero Solitario del periodismo mundial. Ahora presenta 48 entrevistas con los principales nombres de la historia del deporte, nombres en blanco y negro como Jesse Owens, Nadia Comaneci, Ali, Maradona, Pelé, Magic Johnson, Manolo Santana o Alfredo Di Stefano, nombres en 300 páginas y en los 30 años en los que Miguel Vidal ejerció el periodismo en el Diario AS, desde 1967 hasta 1997.
[colored_box color=»blue»]Ídolos de leyenda[/colored_box]
“Cuando guardaba cerdos y leía en ‘La Tarde’ que existía un tal Jesse Owens yo enseguida lo idealizaba. Por eso cuando fui a su casa de Phoenix y me lo encontré en la chaise longue –nunca había visto ninguna- desahuciado por los médicos no pude evitar emocionarme y llorar. Y cuando releo la entrevista que le hice me pasa lo mismo que cuando releo la que le hice a Garrincha en su chabola de Bangú, barriada de Río de Janeiro: lloro de emoción por el ídolo de mis sueños de niño”.
Miquel conoció un periodismo ya extinguido, sin móviles ni Internet, un periodismo de calle y frío que las nuevas generaciones se han perdido, un periodismo para entrevistar en tiempos revueltos, de preguntas concertadas y sin respuestas, noticias de Telón de Acero y descolonización, de URSS cuando se llamaba URSS y de sobornos con una botella de coñac Soberano (me acuerdo del anuncio, era ‘cosa de hombres’) en América del Norte, Miquel conoció al cura castrense que inventó el baloncesto, Miquel recorrió el mundo como pudo sacando el jugo a cada paso y Mallorca en camello con el pintor Gustavo Peñalver. Miquel nos ha vuelto a recordar que “la vida vale la pena vivirla”. Y escribirla.
Por Blanca Garau