La denominada brecha salarial de género se define como la diferencia entre la remuneración de los hombres y las mujeres asalariados. Las últimas estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) manifiestan que en 2015 la media de las remuneraciones brutas anuales de los hombres fue de 25.992,76 euros, mientras que la de las mujeres se quedaba muy por debajo de ésta, siendo 20.051,58 euros (un 23% inferior a la de los hombres). Por desgracia, esta brecha lleva años existiendo en la sociedad; no sólo en España, sino en muchos otros países alrededor de todo el mundo.
Esta situación desigualitaria también fue visible hace más de medio siglo cuando en la década de 1930 las chicas de ENIAC lograron grandes avances en el campo de la informática relacionados con los cálculos de balística para la Segunda Guerra Mundial, ya que después de dichos logros las mujeres comenzaron a desaparecer del sector informático, mientras que los hombres se empezaron a interesar cada vez más por el mismo. A partir de entonces fue cuando se comenzó a notar un entorno tóxico en la diferencia entre los puestos de trabajo para mujeres y hombres.
Cabe destacar también que la mayor parte de las mujeres tienen un empleo a tiempo parcial y, por tanto, trabajan muchas menos horas que los hombres. Tan solo el 8% de todo el empleo masculino es a media jornada, frente al 25% de los las mujeres. Sin embargo, la principal diferencia entre el salario en el caso de tener el mismo empleo y las mismas horas no radica en el sueldo base, sino en los complementos que se añaden a éste. Es por ello mismo por lo que la discriminación no se considera directa.
¿Quién y cómo puede actuar al respecto?
Tres de los grandes partidos del arco parlamentario actual (PSOE, Podemos y Ciudadanos) quieren aplicar sanciones ante la brecha salarial y prohibirla por ley, algo que ya se ha impuesto en otros países como Islandia, por ejemplo. Sin embargo, de momento no se ha concretado nada seguro sobre dicho tema. También se proponen otras leyes como la de la transparencia salarial, que ya están aprobadas en países como Alemania, pero es necesario discutir los puntos exactos de la misma, puesto que en dicho país europeo es la mujer la que tiene que solicitar conocer el importe que cobra un compañero suyo y el hecho de atraverse a ello puede provocar que tenga ciertos problemas.
No se nota solo en el salario
Otras formas de evitar la desigualdad en este sentido sería la equiparación de algunas medidas colaterales como pueden ser los permisos por maternidad y paternidad, que es otro de los puntos en los que se notan diferencias entre los hombres y mujeres de nuestro país. La tendencia actual es que ha aumentado el número de días que coge la madre, mientras que el número de días del padre se ve disminuido. Además, tan solo un 2% de las parejas en España deciden compartir la parte transferible del permiso de maternidad.