Esta mañana, convocado por el Ajuntament de Calvià y coorganizado con la Guardia Civil, ha tenido lugar el acto de recuerdo a Diego Salvá Lezaun y Carlos Sáenz de Tejada los dos jóvenes Guardias Civiles asesinados por ETA hace hoy 10 años.
Al acto han asistido familiares y amigos. Bajo este texto las palabras que el alcalde Alfonso Rodríguez Badal ha pronunciado durante el acto, al que también han asistido la presidenta del Govern, Francina Armengol, y el delegado del Gobierno en funciones, Ramon Morey.
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Hace hoy justamente 10 años, nos sacudió una terrible noticia: ETA había asesinado a Diego y a Carlos en un cruel, vil y cobarde atentado. Hace 10 años que, parafraseando, como haré hoy, los versos del poeta Miguel Hernández,
“Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal… les derribó”.
Son ya 10 años de ausencia de un hijo, de pérdida de un amigo, de falta de un hermano, 10 años sin un compañero.
Son ya 10 años en los que recordar y a la vez arrinconar el odio, 10 años para lograr perdonar pero deseando y pidiendo justicia.
10 años en los que mirar hacia atrás, y ver cómo la unidad, el trabajo intenso y entregado de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, de la mano de la democracia, consiguieron acabar con esa criminal espiral de terror que tantas vidas costó.
Hoy recordamos a Diego y a Carlos, y lloramos sus muertes. Unas muertes que resulta imposible aceptar, simplemente porque no murieron, los mataron. Y la crudeza de estas palabras lo único que hace es reflejar la crudeza del atentado, su barbarie, como la de tantos y tantos asesinatos de hombres y mujeres, adultos, jóvenes e incluso niños, todos ellos inocentes.
Y es que no es lo mismo morir a que te arrebaten la vida, que la sieguen de golpe. En el primer caso, se muestra la muerte como la otra cara de la moneda de la vida, y llega cuando el Destino, la Naturaleza o Dios para los creyentes, vuelcan y giran la cara a la cruz. En el segundo caso, hay alguien que se arroga la capacidad de decidir y de acabar con una vida de forma cruel, inhumana y además, temprana:
“Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdona a la tierra, ni a la nada.”
Todos recordamos qué hacíamos ese día, y cómo recibimos la terrible noticia. Palmanova, Calvià, Mallorca, que parecían invulnerables a la amenaza terrorista, había sufrido un brutal atentado. Las lógicas muestras de dolor, indignación y rabia se sucedieron, alcanzando a toda la sociedad española. Pero esta misma sociedad se mostró de nuevo harta de terror, y convencida a la vez de que la ley y la democracia vencerían más pronto que tarde.
Y así fue. Hoy recordamos tristemente que Diego y Carlos fueron las últimas víctimas de ETA en suelo español. Pero también comprobamos que supimos acabar con el terror contra el que ellos mismos también luchaban, como lo hicieron todas las personas de bien desde sus responsabilidades respectivas.
Pero en un día como hoy, queremos recordarlos para conseguir que sigan viviendo en nuestra memoria. Vivir en la memoria y en el recuerdo de quienes nos han querido, y nos quieren, de aquellos que nos siguen viviendo, es permanecer. Es vencer un poquito a la propia muerte.
Miremos al futuro sin olvidar lo ocurrido, pensemos en Diego y Carlos en plenitud, con sus anhelos y sueños; con su moto, con sus amigos; mejor con sus risas que con sus preocupaciones… Todo ello es lo que nos puede insuflar hoy el ánimo. Por ello hoy este homenaje y memoria aquí, rodeados de tantos amigos y conocidos. Y es también saber y compartir que, sobre todo, quienes más los quisisteis por lazos familiares, compañerismo o de amistad, al recordarlos, conseguís en definitiva que sigan “viviendo”, que vuelvan a ser capaces de dibujar alguna sonrisa en vuestros recuerdos.
“A las aladas almas de las rosas,
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero”.[/colored_box]