Además, la residencia se ha acreditado como centro cardioprotegido
La Llar de Majors de Calvià cuenta con 10 camas nuevas destinadas a residentes con gran dependencia de movilidad. De este modo se puede atender mejor a los usuarios de la residencia en términos de bienestar y autonomía, así como incrementar la comodidad del personal de la Llar en la atención que ofrecen a los grandes dependientes puesto que los cuidadores no tendrán que realizar sobreesfuerzos y se prevendrán posibles accidentes laborales.
Se trata de camas articuladas eléctricas para grandes dependientes regulables en altura mediante mando eléctrico que pueden adoptar múltiples posiciones. Todo ello facilita la movilización y las transferencias de la cama a la silla de las personas dependientes y además permite adoptar la postura más adecuada para el paciente, así como para el personal cuidador que realiza las movilizaciones y el personal de servicios que arregla la ropa de cama. Por otra parte, estas camas llevan incorporado un colchón viscoelástico termosensible que reparte el peso de la persona encamada y que previene la aparición de úlceras por presión. La Llar de Calvià consigue con esta nueva adquisición seguir progresando hacia el objetivo de ofrecer una atención centrada en la persona y de calidad a los usuarios.
La Llar de Calvià es un centro cardioprotegido
Las 50 personas de la plantilla de la Llar de Calvià se han formado en Reanimación Cardiopulmonar para el uso de desfibriladores externos en los últimos meses. A través de un curso de ocho horas y junto con la instalación de un desfibrilador en la Llar de Calvià, el centro se ha acreditado como cardioprotegido, es decir, capaz de asistir a una persona en los primeros minutos de una parada cardiaca.
La Llar de Calvià tiene 60 residentes y usuarios de centro de día, pero además recibe familiares y otros visitantes. Según diversos estudios científicos se ha demostrado que la utilización de los desfibriladores semiautomáticos en programas de atención inmediata realizada por personal no sanitario en espacios públicos puede salvar la vida a personas que sufren una fibrilación ventricular.