La derrota del Babarians XV Calviá frente al Fénix Rugby fue «cuestión de experiencia»

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Este ha sido el último partido del 2020 para el equipo de Babarians XV Calvià, y no se volverá a la «cancha» hasta el próximo 10 de enero del próximo año que visitamos el campo del RC Hospitalet. En este momento Babarians XV Calviá ocupa la 6ª plaza con 14 puntos de la División de Honor B, la división de plata nacional

Estas dos fechas sirvieron para medirse con rivales que van a estar arriba. El sábado quedó la sensación de que se podría haber ganado, lo que tiene un doble sabor, y depende de cada uno ver el vaso lleno o vacío.

Equipos como Fénix no sólo juegan bien, sino que saben manejar los trámites a la perfección. Ello implica reducir al máximo los daños cuando el contrario aprieta, y pegar fuerte cuando se tiene la oportunidad. Bastante sencillo de explicar, pero lleva su tiempo de consolidar en cancha.

Babarians se aferró a la localía y salió con todo. Fueron unos diez minutos iniciales en que se podría haber vulnerado a una visita que no hacía pie. El 3 a 0, logrado por el pie de Agustín Aragón en ese lapso, no asombraba a nadie.

Hasta que los de camiseta azul comenzaron a meterse en la contienda, con una diferencia exigua en su contra. No pudieron acertar a palos un golpe de castigo sobre los 15´, y casi entran al ingoal con los gordos a continuación.

Sobrevino un encuentro disputado, con más posesión de los zaragozanos y una buena defensa de los de gris, lo que impedía que se moviera el tanteador. Pero este tipo de alineaciones, si por algo se caracterizan, es por su paciencia. Persistieron con sus delanteros, hasta que llegando la media hora, un golpe sería materializado por Gauthier Viriot, para establecer el 3 a 3.

A pesar de algunas respuestas en ataque de los insulares, la última parte de la etapa fue en la que más se sufrió. Los visitantes se instalaron en las 22 yardas locales y casi se meten con los forwards, en especial con la melé en un par de oportunidades, pero los mallorquines aguantaban. Fue amonestado Gonzalo Crusco y su eventual reemplazo, Facundo Mateu, pudo manotearle la pelota al octavo Javier Abadía y generar, por fin, un scrum para los dueños de casa. La ida al descanso fue entre aplausos por la fenomenal defensa, la marca registrada de este XV.

Los timoneados por Serrano, Aprea, Mateu y Olivares volvieron con más impulso a la segunda mitad. Con uno menos pero con un gran corazón para intentar subir un cambio. Y tuvo sus frutos ya que a los 7´ se retiró amonestado Abadía.

Patada afuera, touche que se atenaza, trenecito y varios nos imaginamos que se intentaría ingresar con el maul. Pero ante una detención y la falta de efectivos rivales en el ciego, André Corens se desprendió para correr en soledad al ingoal. Desahogo en un momento de intensa paridad.

Se extendió el asedio de los de Son Caliú, y sobre los 17´ generaron un penal factible. Se decidieron por la hilera, que lamentablemente no tuvo los frutos deseados. Y 2´ más tarde se iría con amarilla Matt Brabazon.

En situaciones así es cuando hay que valorar la calidad del que está enfrente. Viéndose en inferioridad, Fénix propuso un encuentro de muchas patadas, dejando que circulara el reloj, y frenando el empuje de Babarians. Sabían que, tras un mal segundo tiempo, estaban tan sólo 5 abajo.

En igualdad numérica, aguardaron la fatiga de un contrario que había tratado por todos los medios quebrarlos. Y apostaron por su mejor arma, la melé. Al igual que había pasado en la primera etapa, se adueñaron de las 22 locales. Scrum que se desarma, golpe, advertencia. Reseteo, charla con los piliers y una historia que ya se conocía. Pero esta vez fueron efectivos. El árbitro Joaquín Santoro marcó try penal cuando una formación maltrecha tenía destino de ensayo. Iban 33´ y esos 7 puntos fueron bastante más que eso, psicológicamente hablando.

Los nuestros quisieron reaccionar, pero los de Alfredo Benedi estaban afianzados. Y cinco minutos después lo liquidaron con un golpe transformado por Viriot. La última jugada fue un scrum a favor, que fue robado por un conjunto de Zaragoza ya agrandadísimo, en el buen sentido de la palabra. Al cual no le sobró nada, pero que demostró un oficio para aplaudir a la hora de equiparar un partido de a ratos adverso, y machacar cuando se debía.

En la isla quedó ese sabor agridulce. Se le puede pelear a los “cucos” de la categoría de plata, aunque siempre duela perder (8-13).

Esteban Chesta

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