El difícil pero posible camino de la inserción para los reclusos

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Inmaculada Torres, directora del Centro de Inserción Social de Mallorca, asegura que cada persona es un mundo y que hay que ayudarla de manera distinta

En todo el territorio nacional exceptuando Cataluña, que es la única comunidad que tiene competencias en materia penitenciaria, hay 13 Centros de Inserción Social (CIS) independientes. Concretamente, en Palma, encontramos el CIS de Mallorca. Un centro que tiene como objetivo conseguir que los penados que ingresan en estas instalaciones, una vez en libertad, no reincidan en la comisión de delitos. Inmaculada Torres, directora del CIS de Mallorca, explica que se tiene que desarrollar un proceso de inserción global: “Las oportunidades económicas, sociales y familiares hay que trabajarlas considerablemente ya que el entorno del que parten, en muchas ocasiones, es deficitario”.

No obstante, como cada persona presenta unas características y unos condicionantes diferentes, se estudian de manera individualizada los motivos que la han llevado a la comisión del delito para poder intervenir sobre ellos. Esto supone un trabajo complejo ya que “pueden ser factores personales, económicos, familiares… o todos ellos juntos” comenta Torres. Por lo tanto, es importante que el proceso sea específico y multidisciplinar, pues se debe hacer hincapié sobre las carencias que se detectan y que pueden estar en el origen de la delictividad. La directora del Centro de Inserción Social de Mallorca comenta que “la inserción siempre es difícil y este tipo de centros está concebido para servir de ayuda en ese camino”.

La capacidad máxima del CIS de Mallorca es de 300 residentes, aunque la media de ocupación es de unos 200 penados. Cabe decir que, en estos momentos, el centro no admite ingresos voluntarios. Por consiguiente, todos los penados deben ser enviados por un centro ordinario de cumplimiento en el que, al ser progresado a tercer grado de tratamiento, un interno le solicita el traslado al CIS. A modo de excepción, solamente pueden ingresar de manera voluntaria las mujeres presas con hijos a su cargo. “En el CIS se cumplen condenas en distintas modalidades de vida. Tenemos 54 internos residentes, 148 en modalidad telemática, y también hacemos seguimientos de aquellos penados que se encuentran en Libertad Condicional” apunta Torres.

Tercer grado, también telemático

Como en todos los sectores, la crisis sanitaria también ha afectado al Centro de Inserción Social de Mallorca ya que, según su directora, han aumentado considerablemente los terceros grados en modalidad telemática. Por otro lado, a pesar de que los penados suelen ser de Baleares, también hay bastantes penados extranjeros y peninsulares que residen en Mallorca. En cualquier caso, en el CIS cuentan con el apoyo del GREC el cual, entre muchas otras cosas, ayuda en la empleabilidad de los penados enseñándoles a desarrollar competencias y a manejar los currículums, así como también contactando con empresas que puedan dar empleo o prácticas a los reclusos. “Los trabajos suelen ser del sector de la hostelería” dice Torres.

Asimismo, tanto las entidades de carácter público como las privadas ofertan puestos en los que se pueden cumplir trabajos en beneficio de la comunidad y, para ello, se firman convenios con los ayuntamientos. Este tipo de pena se realiza en el área de residencia geográfica del infractor y pretende resarcir a la comunidad del mal causado, además de fomentar la reparación por parte del penado. No obstante, la directora del CIS de Mallorca cuenta que “con el Ayuntamiento de Calviá aún no hemos conseguido abordar este tema y resulta muy necesario, ya que tenemos un número considerable de sentencias de trabajos en beneficio de la comunidad en este municipio”.

En cualquier caso, la labor de los Centros de Inserción Social es una gran responsabilidad. Inmaculada Torres argumenta que “la privación de libertad puede llevar a replantear en los penados el modo de vida que han desarrollado e intentar invertir los procesos que le han conducido a la prisión”. De hecho, según la directora, cada persona es un mundo y hay que fomentar los cambios concretos que necesite para ayudarle a conseguir esa evolución. “Trabajamos elaborando pronósticos de comportamiento futuro entendiendo que, si desaparece o merma el riesgo de comisión de nuevos delitos, hay que ir engarzándolos adecuadamente al mundo libre al que retornarán cuando extingan su condena” señala la Torres. Y es que ya lo decía Tim Robbins en Cadena perpetua: “La esperanza es algo bueno, quizás lo mejor de todo y las cosas buenas no mueren.”

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